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Buenos Aires, 24 de mayo de 2013 - Hace ya largos años el Gobierno sostiene que una parte importante de quienes se oponen al oficialismo están involucrados de una u otra manera en una maniobra golpista. La palabra destituyente, o directa y frontalmente golpista, ha aparecido una y otra vez en el lenguaje y en la dialéctica de los principales exponentes de esas redes sociales, forma parte de la retórica oficial del grupo de intelectuales que apoya al Gobierno y se ha convertido también,hace ya muchos años, en verba de los propios funcionarios, que sistemáticamente aluden al hecho de que en la Argentina hay un proyecto golpista.
En la mañana del viernes 24 de mayo y por Radio Mitre, el periodista Jorge Lanata sostuvo que las denuncias del oficialismo, viendo golpistas por todas partes, son iguales a lo que hacía el presidente Raúl Alfonsín. Con todo el respeto que me merecen colegas como Lanata, y precisamente trabajando en este aire libre e incondicionalmente abierto a todos los puntos de vista que, afortunadamente, es Radio Mitre, vengo serena, pero frontalmente, a discrepar. No, no es así Jorge. No. No se parecen Cristina Fernández y Raúl Alfonsín. Más bien, Alfonsín es la contraposición absoluta de todo lo que hace y dice Cristina Fernández de Kirchner. Voy a hablar con argumentos.
El gobierno de Alfonsín llegó a la presidencia de la Nación el 10 de diciembre de1983 en una situación absolutamente catastrófica para la Argentina, pero, además, en unas condiciones de debilidad descomunales. Quizás algunos eran muy jóvenes en esa época, pero corresponde recordar que el radicalismo ganó las elecciones presidenciales de 1983 con el 52 por ciento para el Dr. Alfonsín, pero sin mayoría en el Senado, que quedó en manos de un peronismo que había aceptado la autoamnistía de la dictadura militar. Así y todo, con su generosidad proverbial y con su visión histórica, el doctor Alfonsín le ofreció la presidencia de la Corte Suprema de Justicia al candidato derrotado, el abogado peronista Ítalo Luder, que no lo aceptó.
A las 72 horas de haber asumido, Alfonsín ya había firmado los decretos de enjuiciamiento a las juntas militares y a las cúpulas guerrilleras, asi como el que canceló esa autoamnistía, que los peronistas aceptaban. Además, en pocas horas decretó la formación de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas, la mítica CONADEP. El peronismo no quiso formar parte de la CONADEP. El peronismo no quiso aceptar la presidencia de la Corte Suprema de Justicia. El peronismo tenía la mayoría en el Senado de la Nación.
Cuando el gobierno de Alfonsín comenzó a andar, rápidamente se hizo evidente que el poder militar que se había retirado estaba intacto. Sin embargo, se inició el juicio a las juntas militares. Alfonsín no se subió a un banquito a descolgar cuadros. Enjuició a las cúpulas militares, cuyos miembros no peinaban canas, eran jóvenes oficiales todavía con pleno apoyo de la tropa que hasta hacia pocas horas habían comandado. No le tembló el pulso hasta el día en que la Cámara Federal en lo Criminal los condenó, el 9 de diciembre de 1985.
¿Cuál fue la respuesta de la sociedad a un gobierno que carecía de mayoría en el Senado, carecía de poder sobre las Fuerzas Armadas, tenía al poder político opositor totalmente enfrentado con él y encarnado en figuras como Herminio Iglesias, candidato apoyado, entre otros, por el Partido Comunista y que había quemado un féretro con el nombre de Alfonsín en la Plaza de la República, advirtiendo cuál sería su conducta si llegasen los peronistas al Gobierno, algo que afortunadamente no sucedió?
El gobierno de Alfonsín enfrentó tres alzamientos militares. El primero fue en la Semana Santa de 1987, encabezado por Aldo Rico; el segundo fue en enero de 1988, otra vez con Rico a la cabeza, esa vez en la localidad correntina de Monte Caseros; el tercer connato de golpe militar carapintada fue el 1º de diciembre de 1988. Eso no fue todo.
Además de los tres golpes militares, que afortunadamente fueron disuadidos, sin contar Alfonsín y el gobierno radical con el más mínimo apoyo de las Fuerzas Armadas, la CGT peronista perpetró trece (13) paros generales durante su gobierno. Para que recuerden quienes entonces eran muy jóvenes y tal vez imaginaban un destino literario para sus vidas, esas huelgas generales se consumaron el 3 de septiembre de 1984, el 23 de mayo y el 29 de agosto de 1985, el 21 de enero, el 25 de marzo, el 12 de junio y el 9 de octubre de 1985, el 26 de enero, el 4 de noviembre, y el 8/9 de diciembre de 1987, el 14 de abril, el 9 de septiembre y el 12 de septiembre de 1988. Fueron trece las huelgas generales de la CGT contra el gobierno democrático. Pero eso no fue todo. Faltaba algo.
En las postrimerías del gobierno democrático, el 23 de enero de 1989, el Movimiento Todos por la Patria atacó el Regimiento de Infantería Mecanizado número 3 “General Belgrano”, del Ejército Argentino, con sede en La Tablada, provincia de Buenos Aires. Saldo: veintiocho guerrilleros muertos, nueve militares caídos en combate y dos policías asesinados. Un total mínimo de 39 muertos.
Hagamos ahora un pequeño balance. Tres levantamientos carapintada, 13 huelgas generales, un ataque terrorista en pleno estado de derecho con un gobierno democrático, un escenario internacional que no podía ser más difícil ni más duro. Con los Estados Unidos gobernados por un gobierno conservador de derecha como el de Ronald Reagan, Alfonsín sin embargo va a la Casa Blanca y le habla de igual a igual a Reagan, bregando por una salida pacífica para América Central a propósito de las insurrecciones contra el gobierno sandinista de Nicaragua. Alfonsín firma la paz definitiva con Chile, gracias al plebiscito de 1984.
¿Alguien puede comparar los peligros de aquella democracia que apenas había nacido y prácticamente no podía ponerse de pie por sus propios medios, con lo que hoy vive la Argentina, sin Fuerzas Armadas, con las tasas de interés más bajas de la Historia, con una abundancia de créditos sin antecedentes?
¿Alguien puede decir que las amenazas de las que ahora se queja el Gobierno son equivalentes a las amenazas verdaderas, tangibles, fehacientes, positivas, indesmentibles, contundentes que tuvo aquel gobierno democrático?
Vengo a decir que en su equiparación de Cristina con Alfonsín no estoy de acuerdo con Lanata. Me parece que realmente hay sólo dos maneras de asumir esa interpretación que él hizo. O estamos hablando (que es lo que quiero pensar), de una ligera falta de información de su parte, o de algo peor. Me quedo con la primera variante. Quiero creer que Lanata comparó a Cristina con Alfonsín por falta de información y quiero creer que hubo improvisación.
No se puede comparar bajo ningún concepto, por sus consecuencias políticas gravísimas, a aquel Gobierno positivamente acorralado, boicoteado y atacado desde todos lados, y que a duras penas podía respirar, cuando denunció proyectos desestabilizadores a comienzos de esos años ‘80, con la verba frívola, críptica e insoportable de los intelectuales kirchneristas, que ahora se describen como el judío de la historia y se quejan de ser perseguidos. Son dos situaciones enteramente diferentes.
Cuando el actual gobierno habla de golpismo y denuncia intentos desestabilizadores, es imposible comparar la situación actual con aquella Argentina endeble, que nacía a la democracia hace 30 años.
Es importante tener en claro estas cosas, sobre todo para los más jóvenes, que se enteran de la historia a través de los comunicadores y periodistas de mayor difusión. Ser deliberadamente confuso, críptico o incomprensible, es jugar para el enemigo. Hoy, mal que nos pese, la democracia tiene en la Argentina enemigos furiosos en el propio seno del Gobierno.
©pepeeliaschev
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Luciano Pavarotti y amigos
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Voz de Julio Sosa con orquesta de Leopoldo Federico
La notte eterna
Emma Shapplin
Sur ∼ AnÃbal Troilo y Homero Manzi
Orquesta de Mario Demarco, voz de Edmundo Rivero
Jeep\\\'s blues
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Balada para un loco ∼ Horacio Ferrer y Astor Piazzolla
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The prayer
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